| Análisis |
| Roberto Vargas Lee: 30 años al servicio del wushu en Cuba | |
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El maestro posa con sable en el jardín chino de la Escuela Cubana de Wushu.
Vargas Lee guía a estudiantes de edad avanzada. EN la Cuba de 1995 resultaba casi utópica la idea de tener una entidad educacional que aglomerara las vastas variantes del wushu chino. Pero para Roberto Vargas Lee, maestro de wushu, el cual combina movimientos y posturas de las artes marciales tradicionales chinas, lo imposible se convirtió en un desafío que asumió con gran convicción y con una idea en mente: llevar las artes marciales chinas a todos los rincones de Cuba e incluso más allá. Hoy, 30 años después de fundar la Escuela Cubana de Wushu y Qiqong, Vargas Lee recibe a la revista China Hoy en su sede en La Habana, convertido ya -sin lugar a dudas- en el rostro más reconocible de dicha disciplina en la isla, pero con la misma ilusión de aquel joven que una vez se atrevió a soñar más allá de los límites y lo preestablecido. China Hoy (CH): Maestro, en octubre de este año la Escuela Cubana de Wushu cumple 30 años desde su establecimiento. ¿Cuáles han sido los principales retos para mantener su esencia estas tres décadas? Roberto Vargas Lee (RVL): Creo que ha habido muchos retos, por supuesto, han sido 30 años. El principal reto es la cultura. Nosotros quisimos hacer una escuela auténtica desde el punto de vista cultural. Por lo tanto, trabajé con el fin de traer un pedacito de China para acá. Por ejemplo, nuestras clases son uniformadas. Sabrás que en China tuve un grupo de taijiquan, pero no tan uniformado. Hay quienes lo practican como hobby, pero nosotros quisimos hacer una escuela auténtica desde el punto de vista cultural. Por lo tanto, desde que llegué incorporamos el uniforme y después el uso del idioma chino en función de la clase. Por ejemplo, yo hago el conteo -yi, er, san (un, dos, tres)- y los saludos en chino. Logramos incorporar en la escuela el himno de China y Cuba todas las mañanas, izando sus respectivas banderas, para lo cual tuvimos que pedir permiso a la Embajada. Hasta donde sé, es el único lugar donde hay una bandera china fuera de la Embajada. Un reto grande era mantener viva la cultura china sin chinos, porque tenemos un barrio chino sin chinos. Sin embargo, la cultura china continúa presente. Existe la Danza del León, la del Dragón y los cubanos cantan en chino, etc. De este modo, logramos cumplir el reto de incorporar no solo los movimientos físicos, sino la cultura china a lo largo de estos últimos 30 años.
Alistando a las próximas generaciones.
Vargas Lee junto a trabajadoras de su restaurante Tien Tan, en La Habana. Fotos de Isidro Estrada CH: Desde su óptica personal ¿cómo valora el momento actual de las relaciones entre Cuba y China? RVL: Las relaciones entre Cuba y China son históricas y jugaron un papel muy importante en la etapa de Fidel Castro y de Jiang Zemin. Yo llegué a China cuando Deng Xiaoping aún estaba vivo, cuando estudié en el año 1994. He podido apreciar los cambios de China, soy miembro de la Asociación de Amistad Cuba-China y realmente creo que la escuela ha servido como puente en las relaciones de amistad entre ambos países. Si me preguntas cómo está la relación, diría que está en su mejor momento. De todas formas, siempre se ha dicho eso, porque China realmente es un viejo amigo. Hay un refrán chino que dice “más vale un amigo viejo que ropa nueva”. Hoy en día se sabe que cualquiera es capaz de dejar al otro de lado por cuestiones materiales. En cambio, los chinos se han mantenido ahí con su hermandad y nos han dado consejos que hemos adaptado a nuestra idiosincrasia. Creo que ellos han tenido la paciencia necesaria a pesar de la distancia entre la cultura oriental y la occidental. Nosotros los cubanos deberíamos aprovechar e impulsar más la presencia china en nuestros mercados, en nuestras escuelas, o a través del idioma, ya que tenemos el Instituto Confucio. Nos hace falta pensar un poquitito más como chinos y adaptar la filosofía del taoísmo y del confucianismo a la filosofía martiana porque son parecidas y nos pueden acompañar mucho en el desarrollo y hasta en la esfera económica. CH: ¿Cómo cree que influyó el hecho de haber estudiado chino en la Universidad de Deportes de Beijing en sus logros y proyectos posteriores? RVL: Cuando fui a China lo hice para estudiar wushu, me dijeron que también tenía que estudiar chino, pero siempre me sentí muy feliz con ello. Me enseñaron lo básico, pero al estar en China aprendí más. Éramos muy jóvenes, teníamos 23 y 24 años. Hice muchas amistades chinas y en el año 1997 me casé con una china que es la madre de mis hijos. Nunca me arrepentiré de haber estudiado el idioma chino porque no es lo mismo un maestro de wushu que domine el idioma frente a uno que no lo sabe. Creo que el idioma abre caminos de la cultura y permite entender aún más cada detalle a través del aprendizaje del wushu. CH: Entre las reglas de oro de la escuela destacan el amor a la familia, el respeto a los mayores y a los compañeros y la oposición a la violencia. ¿Cuánto de la esencia cultural china influyó en estas reglas? RVL: Si se analiza el primer concepto del wushu en China se puede ver que es ai guo (amar a la patria). El wushu sigue siendo un arma de nuestra revolución, o sea ai guo. A los alumnos les hemos enseñado a pensar un poco como chinos, en el sentido de que deben tener disciplina y constancia, y saber que esto no es un hobby. Para que uno pueda avanzar en la cultura china se debe entregar a esa cultura. De cualquier forma, lo que se puede aprender es limitado porque la vida es corta y estamos hablando de cinco mil años de historia. CH: Como maestro con ascendencia china, ¿qué cree que se necesita para mantener el sentido de pertenencia de los cubanos con ascendencia china y preservar la cultura y tradiciones chinas? RVL: Hay una dificultad grande en la colonia china-cubana, creo que la pregunta suya tiene que ver con el futuro de la comunidad china. Yo soy parte de la comunidad china pero soy de la tercera generación. Eso, quiero decirlo claramente, me afectó. Hay un momento que no me afectó porque me impuse con mi trabajo, pero siempre ha existido un pequeño divorcio entre generaciones. ¿Por qué? Porque los paisanos que llegaron a Cuba hace muchos años fueron personas que vinieron en momentos muy difíciles y su manera de ver China es distinta a lo que se ve hoy. Con esto, quiero decir que no es lo mismo ser hijo de chino directo que ser tercera generación. Esto es algo que me ha tocado ver y que también he sufrido en primera persona. No todos los chinos pudieron enseñarles a sus hijos el idioma. Yo creo que la colonia china merece buscar personas jóvenes para su renovación. Por suerte, aún hay algunos chinos que residen en Cuba actualmente. Si ellos no estuvieran aquí, llegaría el momento en que ni siquiera existirían los inmuebles o la cultura china en esas asociaciones centenarias que fueron las que en algún momento mantuvieron vivo al barrio chino, el más grande de América Latina. Creo que la colonia china merece ir buscando su renovación entre personas jóvenes. La escuela, a través del ejercicio, la cultura, la música y las costumbres que imparte ha ayudado a mantener alzada esa bandera. No obstante, debería haber un mayor trabajo entre la comunidad para impulsar las relaciones y desde la Embajada. Todo eso debería ir de la mano. CH:¿Qué planes y proyectos futuros podría compartir con los lectores de China Hoy? RVL: Pienso viajar a China otra vez, porque he viajado mucho a China, porque no puedo vivir sin China. Como digo, estoy joven todavía, pero quisiera tener menos edad ahora para poder hacer más. Estoy enfrascado en seguir transmitiendo y aprendiendo aún. En cuanto al wushu, ahora lo que me toca es perfeccionar y repetir, no quiero aprender cosas nuevas, sino construir sobre lo que tengo. Me he dado cuenta con los años que no es necesario aprender cosas nuevas, sino perfeccionar. Por ejemplo, me encanta el arte culinario chino, y me gustaría aprender canciones en chino porque ahora también soy cantante de una empresa. Aunque siempre canté desde niño en actividades familiares, esto es algo que nunca imaginé. Hoy, gracias al espacio que tengo, lo puedo hacer, y además, encontré a un maestro llamado Rafael Espín que me ha guiado mucho. Uno necesita quien lo guíe, y me gustaría crecer en lo que es el arte vocal. Me gustaría aprender a tocar la flauta de bambú, y alguna que otra obra de eso. Creo que esto lo podría hacer en cualquier momento. Los chinos tienen muchas ganas de venir a Cuba a hacer cosas. Sin embargo, a veces no entienden las formas y costumbres, pero por respeto, no nos lo dicen. En ese sentido, creo que debemos escucharlos más. En la televisión hay un programa llamado “Dojo en TV”, que se recuperó, y en el programa “De tarde en casa”, el cual tiene una amplia audiencia, hay un espacio sobre salud y cultura china. También hay un programa en la radio llamado “Así también” que tiene una sección en que se habla de cultura china. Me fascina poder participar en todos esos espacios. Voy a cumplir 60 años y me siento bien, pero como tengo una vida social activa, creo que mantener la salud es otro reto. Quiero ver un barrio chino más lindo, con más cosas chinas. Hay muy pocas cosas chinas en Cuba y debería haber más. |
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