UN pedazo de América Latina está en Beijing. En los jardines del Museo de Arte Jintai, cerca del concurrido Parque Chaoyang, hay un amplio espacio en el que se exhibe una colección de estatuas y bustos de grandes figuras latinoamericanas. Las imágenes de Simón Bolívar, José de San Martín y José Martí conviven con las de escritores de la talla de Gabriel García Márquez, Gabriela Mistral y Pablo Neruda. Por más fechas, batallas o datos que haya en los libros, la historia no es pasado, sino presente. La escribimos todos los días y la llevamos en nosotros como una herramienta para finalmente comprender quiénes somos.
Ese espacio en el Museo de Arte Jintai es un reflejo también del interés que, desde hace mucho tiempo, hay en China por comprender a América Latina y el Caribe (ALC), una región con la que no nos hermanará un idioma, pero sí una aspiración común: el desarrollo de nuestros pueblos. En tiempos como estos, en los que estamos siendo testigos de transformaciones inéditas a nivel mundial, reducir nuestro análisis y nuestra mirada a meros asuntos internos es un error de perspectiva. Para comprender la complejidad de estos cambios, debemos saber reconocer sus vínculos con las dinámicas globales.
He ahí la importancia que tuvo la IV Reunión Ministerial del Foro China-CELAC, celebrada en Beijing y que fue el espacio ideal para precisamente intercambiar ideas, alinear estrategias de desarrollo y analizar cuál es el rol que nos toca desempeñar como integrantes del Sur Global. Por unos días, Beijing fue también una ciudad latinoamericana y caribeña.
Durante la cita de alto nivel, el presidente Xi Jinping anunció el lanzamiento de cinco programas: el de la solidaridad, el del desarrollo, el de las civilizaciones, el de la paz y el de los pueblos, en una muestra más de la sólida relación construida entre China y ALC. A ese acercamiento que hoy abrazamos, hay que añadir la decisión de China de eximir de visado a los ciudadanos de Brasil, Argentina, Perú, Chile y Uruguay que deseen ingresar a nuestro país por motivos de turismo, negocios, visitas a familiares y amigos o tránsito. La amistad no conoce fronteras.
Sin duda, no son tiempos fáciles. La Comisión Económica de las Naciones Unidas para América Latina y el Caribe (CEPAL) acaba de rebajar su proyección de crecimiento para la región, la cual se estima que será solo de un 2 % este año. Esta situación –advierte la CEPAL– se ve agravada por la política de Estados Unidos en materia de aranceles, así como por una confrontación geoeconómica que aumenta los riesgos de disrupciones graves en las cadenas de producción global y en los flujos del comercio internacional.
Pero ya lo dijo el presidente colombiano, Gustavo Petro: “Las tormentas siempre son buenas, nos llevan a algún puerto más rápido que antes”. Y ese puerto está en el Sur Global, cuyos países deben unir esfuerzos para superar tempestades. Un ejemplo de ello –y que está en sintonía con la frase del presidente Petro– es la apertura de la primera ruta directa entre el puerto de Nansha en Guangzhou y la costa oeste de América Latina, con puertos clave como Manzanillo (México), Chancay (Perú) y San Antonio (Chile).
Esta es una ruta más que se une, por ejemplo, a la ya promovida por Cosco Shipping y que une a Shanghai no solo con Chancay, sino también con los puertos de Buenaventura (Colombia) y Guayaquil (Ecuador). Aquí hablamos de una vía que seguramente se verá impulsada con la histórica decisión de Colombia de unirse a la Iniciativa de la Franja y la Ruta, en un momento en el que China busca promover su demanda interna y aumentar el consumo. Este auspicioso escenario económico que se abre en China es lo que analizamos también en esta edición de China Hoy.
La historia nos enseña que las civilizaciones que más prosperaron fueron aquellas más abiertas al comercio, más flexibles al cambio y más receptivas a la innovación. Cuando se cerraron, perdieron su brillo. Que esa voz que se escuchó en la IV Reunión Ministerial del Foro China-CELAC sea el punto de partida para una comunidad dispuesta a brillar. Porque si algo nos recuerda esa colección de estatuas de Bolívar, San Martín, Mistral y Neruda en Beijing es que estamos unidos por un pasado común, pero también por un destino común.