Muy recomendado |
Un faro de luz contra la opresión y la tiranía | |
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AL celebrar el 80.º aniversario de la victoria en la Guerra de Resistencia del Pueblo Chino contra la Agresión Japonesa y la Guerra Antifascista Mundial, se nos invita a una reflexión que va más allá del recuerdo conmemorativo. Estamos aquí porque miles de chinos, al igual que innumerables hombres y mujeres de diversas naciones, enfrentaron la violencia del fascismo con valentía y sacrificio. Esta victoria, marcada por el sufrimiento y la resistencia, no pertenece solo al pasado: nos recuerda que la soberanía y la dignidad son logros colectivos y el resultado de luchas compartidas, y que siguen siendo vulnerables ante las recurrentes amenazas del extremismo político. La Guerra de Resistencia del Pueblo Chino contra la Agresión Japonesa forma parte esencial de ese esfuerzo global en defensa de la paz. Al fin y al cabo, China contribuyó de manera decisiva a la derrota de las potencias del Eje al defender su integridad nacional frente a las invasiones del ejército japonés. Es importante señalar que las primeras hostilidades japonesas contra China en el siglo XX se produjeron unos años antes del inicio de la Guerra Antifascista Mundial en Europa, con el Incidente Mukden, el 18 de septiembre de 1931. La Liga de las Naciones condenó a Japón, pero sin resultados prácticos. A fin de cuentas, ningún país de la Liga había tomado medidas contra el invasor. Como mucho, se limitaron a una tibia manifestación de censura, dejándonos a todos una lección: combatir el fascismo exige que las instituciones y los países tengan el valor de actuar de forma decisiva y preventiva antes de que el odio se extienda y conduzca al mundo a la destrucción. La invasión japonesa avanzó a gran escala en territorio chino a partir de julio de 1937, dando inicio a la fase más sangrienta de la Guerra de Resistencia del Pueblo Chino contra la Agresión Japonesa, que también marcó el comienzo de la Segunda Guerra Mundial en Asia y se prolongó hasta 1945. En noviembre de 1937, más de 200.000 soldados japoneses capturaron Nanjing, la entonces capital de la República de China, cometiendo ejecuciones masivas y miles de violaciones contra civiles, y dando muerte a más de 300.000 chinos. Pese a que la Masacre de Nanjing ha sido uno de los acontecimientos más violentos de la historia de la humanidad, es un hecho poco mencionado en los libros de historia de Occidente y de América Latina. La guerra causó la muerte de más de 35 millones de personas, en su mayoría civiles chinos. Sin embargo, gracias al heroico esfuerzo de su pueblo, China ganó finalmente la guerra y recuperó los territorios perdidos. Además, el país fue reconocido como una de las cuatro grandes potencias aliadas en la Segunda Guerra Mundial, convirtiéndose en uno de los miembros permanentes del Consejo de Seguridad de la ONU. Esta experiencia histórica de China pone de relieve un punto crucial: ninguna lucha contra el nazismo y el fascismo es aislada, sino que siempre está conectada con la dinámica internacional. Hoy en día, revisar este legado nos invita a reflexionar críticamente sobre los riesgos contemporáneos de erosión del tejido social y el auge de los movimientos extremistas, especialmente en Occidente, y a reafirmar el valor de la solidaridad antifascista como fundamento ético y político para el siglo XXI. Hace diez años, con motivo de la celebración del 70.º aniversario de la victoria en la Guerra de Resistencia del Pueblo Chino contra la Agresión Japonesa, me encontraba vivendo en China y visité el Salón Memorial a las Víctimas de la Masacre de Nanjing por los Invasores Japoneses. A partir de esta visita, tuve mayor conciencia del doloroso significado de este triste episodio para el pueblo chino y para la humanidad. Al mirar el presente, la conmemoración de los 80 años de la victoria en la Guerra Antifascista Mundial nos urge una reflexión profunda. El nazismo y el fascismo que creíamos derrotados en 1945, no han desaparecido. Han resurgido en los últimos años, a menudo enmascarados por discursos nacionalistas extremos, odio contra las minorías, manipulación de la verdad y ataques a las instituciones. La historia nos sirve como advertencia de que el fascismo no regresa de la noche a la mañana, sino que se infiltra de manera sutil, normalizando la intolerancia, el revisionismo histórico y la lógica de la exclusión. Por eso, es necesario preservar y transmitir la memoria de la resistencia china y del esfuerzo mundial en la Guerra Antifascista Mundial. Por eso, debemos estar alerta. Por eso, estamos aquí. Y solo estamos aquí porque miles de chinos, así como miles de personas de los países que lucharon contra estas ideologías, murieron y vencieron por nosotros. Al conmemorar esta fecha, reafirmamos nuestro compromiso de que el sacrificio de aquellos que cayeron no habrá sido en vano. Es necesario que las generaciones presentes y futuras sepan que la paz es fruto de la unión, y que la historia de la resistencia china permanece como un faro contra todas las formas de opresión y tiranía. |
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